sábado, 28 de abril de 2007

VOLVER A LOS 17, DESPUES DE VIVIR UN SIGLO (de Mirta Núñez)

Terminé el bachillerato en el Liceo 9, cuando aún faltaba un cuarto de siglo para llegar al XXI. La primer reunión de egresadas se hizo en mi casa, a fines del 91, tras un largo rastreo de teléfonos de las casas en las que aún vivían los padres de algunas compañeras. Lo organizamos Mónica y yo: mi compañera de banco, mi amiga de toda la vida.

¿ Cómo olvidar aquel reencuentro?

Cada timbre que sonaba era un griterío de mujeres preguntándonos si nos reconocerían o si reconoceríamos a la que se acababa de anunciar en el portero eléctrico.

Se quedaron hasta las 4 de la mañana y cantamos como en las viejas épocas. Por suerte, no había habido en nuestra división (la gloriosa 5to. 3ra.), ninguna " desaparecida". Eso ya era motivo suficiente para festejar la Vida.

Lejos estaba de imaginar aquella noche de algarabia y euforia que, pocos días después, estaría llorando la pérdida más dolorosa de mi vida.

La segunda reunión se hizo al poco tiempo, invitando a la profesoras, pero no fui. Estaba en pleno duelo. Luego nos seguimos reuniendo cada 5 años aproximadamente, en la casa de alguna compañera, sin maridos ni hijos presentes.

La penúltima reunión fue hace exactamente un año, pero esta vez decidimos no esperar otros cinco años. ¿ Será que la vida pasa más rápido ahora? Nos reunimos el sábado pasado. Hace un par de meses abrí una lista de correo para que estemos comunicadas y así fue que organizamos este encuentro, por primera vez en una confitería y no en una casa.

Lugar de encuentro: la puerta del Liceo, propuso alguien." Qué chiquito que parece el frente. Yo lo veía más grande antes". Las paredes tienen murales que antes no estaban y una pintada que dice: "A 30 años Los Lápices siguen escribiendo". El enorme portón verde ya no es verde ni parece tan enorme. Ahora, además, le pusieron un reja adelante.

Desde allí fuimos a tomar algo a El Torreón, una confitería de Belgrano R a la que solíamos ir, a veces, en esos tiempos. "Yo nunca estuve acá". "Sí que estuviste, si el último día de clases vinimos todas juntas". "No, acá venían Uds., nosotras íbamos al Bar del Sol, que ya no existe más". "Era muy caro este lugar, yo almorzaba en la pizzería El Ciervo de Oro" . "Mirá, era ahí enfrente: ahora hay un pub irlandés, "Matías". "También íbamos a Cabildo". "¿ Se acuerdan cuando inauguraron MS (Modern Saloon)"?

Mirando retrospectivamente pienso que al ser una escuela pública ubicada en Belgrano R, había de todo: - Las que efectivamente vivían por ahí (clase media alta, padres en buena situación económica, hermosos departamentos). - Las que vivíamos en Saavedra, Núñez, Villa Urquiza (clase media baja) - Las que no sé dónde vivían pero eran muy pobres. El Liceo nos albergaba a todas por igual.

Las diferencias, en todo caso, las hacíamos nosotras con nuestra torpeza adolescente, siempre divididas en subgrupos que parecían incompatibles. "Las tragas y las vagas". "Las vírgenes y las que se acostaban con su primer novio". "Las militantes y las burguesas". "Las dóciles y las rebeldes". "Las que venían de colegio primario inglés y las que veníamos de la escuela pública". "Las que escuchaban rock nacional y las que escuchaban a Roberto Carlos".

Me pregunta una amiga actual por mail:- ¿Cómo se ve en el conjunto el paso de los años? No me refiero a las arruguitas que no estaban cuando frecuentaban el Liceo, sino a todo lo demás. Contáme un poquito."

Cómo se ve? Y le respondo: - Increíble...! Con algunas con las que antes no tenías nada que ver, ahora te sentís más cerca. Cada cual carga con su historia de vida de éxitos y fracasos y se habla con una sinceridad y una profundidad inusual en el frívolo mundo en que vivimos. Sin caretas, con esa confianza de estar protegida por" las chicas del secundario", como si siempre hubiéramos seguido la amistad, cuando en realidad cada una se sigue viendo a lo sumo con una que se convirtió en su amiga-eterna. Muchas intelectuales, con dos o tres carreras universitarias; otras aún haciendo posgrados, escribiendo libros, etc. Otras habiendo renunciado a todo por el matrimonio. Algunas casadas por única vez, otras 3 veces reincidentes, otras solteras, algunas que no han podido tener hijos, otras con hijos ya universitarios. Una festejándole los 50 años de casados a los padres. Otra enterrando hace poco a su madre. Otra con la madre internada con un infarto desde el día anterior. Padres que se van muriendo. Sobrinos. Dos con un hermano muerto hace muchos años. Otras con hermanos que no maduraron. Necesidad de compartir entre mujeres temas de mujeres. Una, recién divorciada luego de 32 años de noviazgo y matrimonio creyendo que tiene todo por hacer todavía, sin haber caído en la cuenta que no es tan fácil encontrar una buena pareja pero con la ilusión de que sí, de que es ahora o nunca. Otras, que tuvieron muchos novios, hoy mujeres casadas, serias y formales. Una compañera que vive en un país limítrofe desde que terminamos el colegio, habiendo viajado especialmente para reunirse con nosotras ese día. Indescriptible emoción. No sabíamos que venía ,ni que estaba enterada del encuentro. Divorcios, violencia psicológica o física, rematrimonios, amantes, nada. Casi todas profesionales y llamativamente muchas científicas. Compartir. Decirnos "estás igual". Reconocer "qué egoísta era yo, no te permitía que te copiaras de mí en las pruebas". Enterarnos de qué profesoras murieron, cuáles viven aún, saber que la Rectora actual era compañera de la hermana menor de mi amiga Mónica. "¿ Cómo que una amiga de tu hermana es la Rectora, si eran más chicas que nosotras"?, exclamé, como si "esa chica", no tuviera edad para ser Rectora. "Tienen 45 años, Mirta". Glup. Claro.Comentarios sobre cómo es el Liceo ahora, al cual fueron también las hijas de algunas compañeras. Buenos recuerdos de la excelencia educativa que recibimos, que dicen aún se mantiene o se ha superado aún. Si, en la tan vapuleada y deteriorada escuela pública argentina. "De todo, como en botica", le sinteticé a mi curiosa amiga.

La opinión unánime fue que lo pasamos bárbaro y que quieren que se repita más seguido. Esta vez alguien dijo que "no esperemos otro año para reunirnos". Por supuesto las resonancias del encuentro siguieron aún esa misma noche por mail, en nuestra lista de correo, donde "al rato de llegar a casa", recibí por la lista de correo, las fotos digitales recién tomadas. Cosas de la tecnología del siglo XXI. Cuando iba al Liceo sólo tenía una Kodak Fiesta que sacaba en blanco y negro y después en color unas fotos cuadraditas. Se acuerdan?

¿ Se borraron las diferencias? No, para nada. Seguimos siendo diferentes unas a otras. El secreto está en que los años vividos nos enseñaron a respetar y comprender las diferencias y a enriquecernos con ellas. "Hablamos a corazón abierto", dijo alguien post-reunión y eso no es poca cosa para los tiempos que corren. No hablamos de política, de cine ni de cómo hacer negocios juntas. HABLAMOS DE NOSOTRAS. Y nos quedamos con ganas de más. No había música en El Torreón, pero secretamente nos pareció escuchar que la Negra Sosa susurraba:

Volver a los 17, después de vivir un siglo es como descifrar signos sin ser sabio competente. Volver a ser de repente, tan frágil como un segundo, volver al sentir profundo como un niño frente a Dios. Eso es lo que siento yo, en este instante fecundo... Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, ni el más claro proceder, ni el más ancho pensamiento. Todo lo cambia el momento cual mago condescendiente, nos aleja dulcemente de rencores y violencias. Sólo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes.

Mirta Núñez (diciembre de 2006)
www.mirta-nunez.com.ar

jueves, 26 de abril de 2007

PROSA Y VERSO PARA MI ABUELO, de Mirta Núñez

En octubre de 1985 viajé a Europa y uno de mis principales objetivos era conocer las aldeas donde nacieron mis abuelos paternos, en Galicia.
De mi paso por esas tierras, nació, a mi regreso, este texto:

"Y el abuelo entonces/cuando yo era niña, me hablaba de España/ del viento del norte, de su vieja aldea/ y de sus montañas" (Alberto Cortez, "El Abuelo")

Abuelo, gallego "grande", con las arrugas bien marcadas en la frente. Tu escaso cabello canoso sobresaliendo alrededor de la boina, como un contraste de colores y de tiempos. El paso lento, disimulado, para que nadie descubra que ya tus piernas no son las de un muchacho. Tu tono de voz fuerte, como si siempre estuvieras enojado.

Así te encontraría, seguramente, si pudiera dominar el tiempo; si fuera posible - por un instante - borrar la muerte, esa ladrona que llega a destiempo, te arrebata en un momento...y para siempre. Así te encontraría, por ejemplo, un domingo a la mañana en el Parque Centenario.

Te aseguro abuelo, que tengo que lograrlo...aunque más no sea en sueños o escribiendo un cuento:hoy siento que es necesario.

Esta vez no vengo a pedirte que juegues conmigo un rato ni a mostrarte el boletín ni a pedirte que repitas tus relatos.

Hoy soy yo, la que contando,quiere mimarte un rato.Pero nada de llorar: ese es el trato, nosotros lloramos, a escondidas en el baño.

Esta vez tu nieta es grande y te convida un cigarro:¡ Vamos, te invito un café!¡Habrá tanto que contarnos!

No voy a decirte que me recibí, que todavía no encontré el amor, ni que tengo un buen trabajo.Es más sencillo y tan grande,que no sé cómo expresarlo.

Sucede - sencillamente -que ya conocí tu tierra,que ya visité Galicia, que ya respiré en tu aldea.

Sucede - y es increíble -que ya pude ver tu casa,la antigua casa de piedra,de la que siempre me hablabas.
Aquella, la del de los plantas,la del tejado y el gato,la misma que te albergó junto a tus padres y hermanos.Esa de la cual partiste,hace tantos, tantos años!

Tu casa de juventud...Las tierras que trabajaron tus manos de labrador, me causaban estupor.Era entrar en tu pasado.

Esa niña que de pequeña escuchaba asombrada tus relatos de inmigrante, hoy ya mujer (y con vos del otro lado de la vida), atravesó los mares y los tiempos para reencontrarte.

Respiré profundo, contuve las lágrimas que ahogaban mi garganta, di mil vueltas alrededor de la casa, tomé una fruta de un árbol tal vez plantado por tus manos, la mordí y la tragué junto con la emoción que me provocaba estar allí.

La noche me sorprendió caminando de tu aldea hacia la de la abuela. La pobreza y la soledad calaron mis huesos. Mis raíces se afirmaron definitivamente en Galicia, marco geográfico en que me reconozco e identifico.

Mi abuelo volvió conmigo al lugar; porque puedo asegurar que estaba allí, sólo que se escondía para que su nieta no lo viera llorar. Yo hice lo mismo. Ese era el pacto.

Mirta Núñez (1985)
www.mirta-nunez.com.ar

EL ACTO DE ESCRIBIR, de Jean-Marie Le Clezio

La meta de conocerse a sí mismo es lo más esencial para un escritor. El acto de escribir es una manera de entender lo que soy y de percibir a los demás. No se trata tanto de expresar “ideas”, sino que busco entender lo que soy y en las cosas que creo. Escribo para traducir mi relación con lo cotidiano.

Jean–Marie Le Clezio

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-6163-2007-04-26.html

viernes, 13 de abril de 2007

MADRE CORAJE, de Mirta Núñez

Jacinta, en tiempos de la dictadura, vio partir tres hijas al exilio.
Cada una a un distinto país y en distinto momento.
No derramó una lágrima.

Cuando regresaron - con la democracia - tiró a la basura todos los almanaques donde iba tachando cada día de sus ausencias.
Se soltó un gran rodete.
Su pelo lucía extrañamente largo para una persona de su edad.

Dijo:
- Ahora sí me lo puedo cortar. Había hecho una promesa de no hacerlo hasta que regresaran.

Las estaba esperando con la comida caliente, como siempre.
Como si el tiempo no hubiera pasado. Sin reproches, sin reclamos.

Nunca supo nadie de su dolor.

Mirta Núñez
www.mirta-nunez.com.ar

Y TU MAMA TAMBIEN

Autora: Sandra Russo

–Tu mamá, ¿cómo anda?
–Bien, gracias.
–¿Cada cuánto la ves?
–Una o dos veces por mes.
–¡¡¿Una o dos veces por mes?!!
–Bueno, a veces un poco más, pero si está bien, sí, una o dos veces por mes.
–¿A veces está mal?–Bueno, una gripe, la artrosis, esas cosas.
–¡Querida! ¡Tocá madera! ¡Seguís participando!
–¿Tu mamá anda mal?
–Ese es el problema. No sé.
–¿Cómo que no sabés?
–Ella dice que no, pero yo creo que sí. A mí me conviene creer que está bien, porque así yo hago mi vida, pero íntimamente creo que no está tan bien como dice, entonces me da culpa. Si yo creyera que realmente está bien y llegara a estar mal, si pasa algo, yo no me sentiría culpable. Pero si yo tengo la sensación de que está mal y no me ocupo, si le pasa algo, no me lo voy a perdonar, ¿entendés?–
Perfectamente.
–Bueno, ¿qué hago?
–¿Qué te parece que le pasa?
–Yo creo que tiene Alzheimer.
–Mirá que tu mamá siempre fue medio pireti.
–Sí, pera ahora no se acuerda de cómo me llamo.–¡Cinthia! ¿Cómo que no se acuerda de cómo te llamás?
–Ayer me dijo: “Hola, Norita”.
–¿Quién es Norita?–¡Y qué sé yo!
–¿Y por qué no la hacés ver?
–¿Te das cuenta? Me tengo que empezar a ocupar.
–Bueno, te digo que una simple confusión o la falta de memoria no significa que tenga Alzheimer. Esperá un poco...
–¿Y si se pierde?
–¿Cómo si se pierde?–
Mirá si se pierde.
–¿Y por qué se va a perder?
–Porque ella no puede tener Alzheimer y quedarse diciéndome Norita, vas a ver. Seguro que sale para la pescadería y termina en Chascomús y a mí me va a dar un ataque de culpa tremendo.
–Entonces llevala al médico, así te quedás tranquila.
–¿Para que me diga que tiene Alzheimer? Oh, no.

Fuente: Página 12 - WebBuenos Aires-Argentina, 02 Setiembre 2003 Arquetipas, Sandra Russo

CARTA A PAPA QUE ESPERO NUNCA LEA

Autora: Vivian Lew

Estás muy viejo, papá, y yo sé que me cuidaste con todo el cariño del mundo cuando era chiquita. Y después me aguantaste en la adolescencia, y sufriste mis desilusiones y te alegraste con mis triunfos. Y siempre fuiste un buen papá.

Estás muy viejo, papá, y yo creo que debería hacer por vos lo mismo que vos hiciste por mí. Y me siento mal, horriblemente mal por no devolverte lo que me diste.

Tendría que traerte a vivir a casa, cuidarte todo el día, conversarte, no dejar que te asustes cuando la muerte se te insinúa. Tendría que darte de comer cuando lo que vos necesitás y cuando lo necesitás. Tendría que cambiarte los pañales, ya que estás incontinente, como estuve yo cuando era chiquita, y vos me bañabas y cambiabas. Tendría que sentarme a charlar con vos, horas, como lo hacías vos cuando yo era chica, y buscar el modo de alegrarte, entretenerte, matar esas largas horas de aburrimiento que supongo acercan a la muerte.

Y no lo hago. Te busco una vez por semana, los domingos, hago todo lo que puedo en ese día, te lo hago lo más lindo que se me ocurre, y te devuelvo a ese lugar, geriátrico, donde estás viviendo. Y me digo que ahí tenés médicos y enfermeras, y todos los cuidados que necesitás Pero yo sé, papá, que yo podría cuidarte mucho mejor. Pero no lo hago. Y me duele.

Elegí no vivir con vos, y no me siento buena. Elegí ir a trabajar un montón de horas, elegí atender a mis hijos y mi marido, elegí salir con amigos, elegí ir a pasear, vivir mi vida sabiendo que vos estás viviendo una vida bastante triste.

Y te aseguro que te quiero con toda mi alma. Pero si elegí no tenerte en casa tal vez porque no sólo te quiero a vos, con toda mi alma. Parece que también quiero a mis hijos, y a mi marido, y a mis amigos, y a mi alegría, y a mis rutinas y que todo esto tendría que dejarlo de lago si te invito a vivir a mi casa. Tendría que pelearme con todos esos que también quiero, y desatenderlos y desatenderme.

Y esto es muy especulativo, pero parece que mi amor da para dedicarte mis domingos, y no toda mi vida.Y pienso que no es justo, ni equitativo. Pienso que vos me dedicaste mucho más que los domingos. Y entonces pienso que vos me querés más de lo que yo te quiero, o estuviste dispuesto a dejar lado más de lo que yo estoy dispuesta.

Y busco tranquilizarme, no sentirme tan egoísta, tan desalmada Entonces recuerdo una frase de mi hijo Tacho. A veces me quejo de que yo hago algo y ellos no hacen por mí todo lo que espero. Muy tranquilo y apenado, me contestó: "Lo siento, mamá, pero es que los padres quieren más a sus hijos de lo que los hijos quieren a sus padres...y dejate de macanas y traeme un vaso de coca, que estoy viendo televisión".

Sí, papá, te quiero mucho, pero parece que también quiero mucho a mi vida, así como la estoy llevando. Y todos los domingos, cuando te deje solo en el geriátrico, no voy a tener más remedio que quedarme muy triste...hasta el día siguiente, en el que seguiré con mi vida.

LA MEJOR CITA DE BERTOLT BRETCH

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles.

martes, 10 de abril de 2007

UN VESTIDO Y UN AMOR, de Mirta Núñez

Ella no quería esa noche ir a una fiesta de casamiento familiar.
Acababa de cortar un noviazgo y estaba triste.

Su madre la obligó a ir:
- ¡ No te vas a quedar sola en casa...! ...¡ Vamos todos...!

Ella decidió no estrenar el vestido blanco de seda y los zapatos de taco alto que se había comprado para la ocasión.
Iba a contragusto.

Se puso un vestido azul bordado, hecho por sus manos, pero no de fiesta y unas chatitas, de las que usaba para cualquier día. Iba sólo por orden de su madre, no pensando en verse bella.

Comenzó la fiesta y el baile y un hombre la sacó a bailar.
Aceptó de mala gana. Ni siquiera era pintón.
Apenas lo escuchó hablar se fascinó. No durmió esa noche pensando en que pronto volvería a verlo.

Nunca más pensó en su ex novio.

Dice mi madre que esa misma noche supo que estaba enamorada de mi padre.

Mirta Núñez
www.mirta-nunez.com.ar

martes, 3 de abril de 2007

MIS LIBROS, de Mirta Núñez

Cuando era apenas una niña mi padre me inculcó el hábito de la lectura.

Decía el viejo:

- Mientras tengas un libro a mano, nunca estarás sola.

Tenía razón.

Hoy mi biblioteca es uno de mis tesoros más apreciados.

Varía con el tiempo, del mismo modo que cambian mis intereses.
Es dinámica.
Cuido mis libros obsesivamente.
Odio que se deshojen. Los subrayo con birome pero con regla.
Les pongo mi nombre y la fecha en las que los compré.

El día que ya no esté, búsquenme entre las marcas de mis libros.

Mirta Núñez
www.mirta-nunez.com.ar