jueves, 10 de abril de 2008

ESTO ES LA ESPERANZA


"Aunque supiera que el mundo se caería a pedazos mañana, igual plantaría mi manzano"


Martin Luther King Jr., años antes de morir asesinado.

viernes, 4 de abril de 2008

EL AMIGO, de Saint Exupery (autor de La Ciudadela)

"El amigo es en primer lugar el que no juzga. Lo he dicho, es el abre su puerta al caminante, a su muleta, a su vara dejada en el rincón y que no le pide bailar para juzgar su danza. Y si el caminante habla de la primavera en la ruta de afuera, el amigo es que recibe en sí a primavera. Y si cuenta el horror del hambre en el pueblo de donde viene, sufre el hambre con él. Porque te lo he dicho: el amigo en el hombre es la parte que es para tí y abre para tí una puerta que no abre en otro lugar. Y tu amigo es sincero, y todo lo que dice es verdadero...Por encima de nuestras divisiones lo he he encontrado y soy su amigo. Y puedo callarme cerca de él, es decir, no temer por mis jardines interiores y mis montañas y mis barrancas y mis desiertos, pue no paseará allí sus zapatos. Tú, mi amigo, recibes con amor lo que te doy, como el embajador de mi imperio interior. Y lo tratas bien, y lo haces sentar y lo escuchas. Y henos aquí felices...La amistad es ante todo tregua y gran circulación del espíritu por encima de detalles vulgares...Encontrarás demasiados jueces en el mundo. Si se trata de modelarte en otra forma y de endurecerte, deje ese trabajo a los enemigo. Ya se encargarán de hacerlo bien, como la tempestad que esculpe el cedro. Tu amigo está hecho para acogerte. Sabe, respecto a Dios, que cuando vienes a su templo no te juzga, sino que te recibe".
A. de Saint Exupery, del libro "LA CIUDADELA".

viernes, 28 de marzo de 2008

LOS BESOS DE UN AMIGO, de Rosa Montero

"...En sus cuarenta y cinco años de existencia había convivido con varios hombres, se había desvivido por unos cuantos más y al cabo había decidido dejar de hacerles caso. Digamos que había llegado a la certidumbre de que el el amor era algo de lo uno puede prescindir para vivir. Mejor dicho: había descubierto que prescindir del amor era justamente lo que le permitía vivir. Esta solución o más o menos drástica no se le había ocurrido únicamente a ella. En realidad había visto que varios de sus conocidos negociaban sus existencia de ese modo. Eran personas que tenían muchas actividades y muchos amigos: salían, entraban, via.jaban. Pero en el horizonte de sus vidas ni siquiera despuntaba la inquietud amorosa. Nunca les preguntó - el algo tan privado - cómo se las arreglaban con sus cuerpos; esto es, si la piel no les exigía el contacto con otra piel ajena; y si en la soledad de sus camas, de madrugada, no se hubieran dejado matar en ocasiones por un beso en los labios. Pero nol, parecían arreglárselas muy bien; y estaban serenos, mucho más serenos, que aquellos que aún no habían claudicado. Claro que no hay nada más sereno que un cadáver: el rigor mortis proporciona una tranquilidad definitiva. Tal vez el malentendido resida en creer que la vida puede ser serenidad..."

(del cuento "Los besos de un amigo", del libro "Amantes y Enemigos", de Rosa Montero)
EL AMOR ES UNA MENTIRA PERO FUNCIONAl

jueves, 27 de marzo de 2008

ME GUSTA, NO ME GUSTA, por Alain Robbe-Grillet

Me gusta la vida. No me gusta la muerte.
Sin embargo, me gusta bastante lo que se mantiene inmóvil (me gustan los gatos, no me gustan los perros).
Me gusta la sensación de eternidad, las viejas casas de provincia con decorado inmutable.

No me gusta el teléfono. No me gustan los autos. Me gustan los largos viajes: París-Bucarest, Nueva York-Los Angeles, Estambul-Teherán.

Me gusta también caminar, en las calles o en el campo. Me gustan los otoños húmedos y dulces, las hojas negras relucientes de lluvia, sobre las espesas y esponjosas alfombras de los caminos.

No me gusta el ruido. No me gusta la agitación.
Me gustan las voces lindas. Detesto los gritos.
Me gustan las multitudes alegres. No me gusta lo que les gusta a las multitudes.
Me gustan los días en que me siento más inteligente, más agudo. Me gusta aprender. Me gusta enseñar.
No me gusta dar una conferencia después de una buena comida. Me gusta el vino tinto. No me gusta el whisky. Me gusta el idioma francés.
Me gusta la vida. Me gusta la literatura.

No me gusta... No me gusta pensar en lo que no me gusta.
Me gustaba la voz de Roland Barthes.
Me gusta lo lindo. No me gusta demasiado la moda de lo feo.

Me gusta decir lo que pienso, sobre todo si no se dice. No me gustan los militantes, cualquiera sea su tendencia.
Me gusta conocer la regla. No me gusta respetarla.
Me gusta lo que es chico. Me gustan las calles de Nueva York, los grandes paisajes del oeste estadounidense. No me gustan las grandes palabras.
Me gusta comprender. Me gusta analizar las cosas. Me gusta conocer las teorías, literarias o científicas.
Me gusta la libertad. No me gusta el derroche. No me gusta la ensalada periodística.

Amo a mi papá y a mi mamá. Desconfío de los psicoanalistas.
Me gusta mucho irritar a la gente, pero no me gusta que me jodan.

El escritor y cineasta Alain Robbe-Grillet, autor de Las gomas (1953), En el laberinto (1959) y Por una nueva novela (1963), entre muchas otras obras, murió el lunes pasado de una crisis cardíaca. Este texto inédito, escrito en 1981, fue publicado en la revista Magazine Littéraire Nº 402, octubre de 2001.


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martes, 11 de marzo de 2008

NOVELA FAMILIAR, de Mirta Núñez

Todos somos primos. Pero todos contamos distinta la historia de nuestros abuelos. Y cada cual está convencido de que la recuerda tal cual fue. Ninguno miente. Cada cual cuenta su novela familiar, según la recuerda y según se la contaron sus padres.



Mirta Núñez
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domingo, 9 de marzo de 2008

MURIO UN ALCOHOLICO, por Mirta Núñez

Murió un alcohólico. Nadie fue al entierro.
La familia ya la había perdido hacía rato.
Sus amigos del bar, se quedaron allí bebiendo para olvidar la pena que les provocaba su partida.

Mirta Núñez
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Tedean laudeamuz (TE ALABAMOS DIOSA), por Tatiana Lobo

Tedean laudeamuz (te alabamos diosa)
Tatiana Lobo

Agradezco ser un animal, porque los hombres han puesto en peligro la supervivencia del planeta.
Agradezco ser hembra, porque el hombre no es el centro del universo, sino apenas un eslabón más en la cadena de la vida.
Agradezco que me digan que soy irracional, porque la razón ha conducido a los peores actos de barbarie.
Agradezco no haber inventado la tecnología, porque la tecnología ha envenenado el agua y el ozono.
Agradezco que me hayan colocado más cerca de la naturaleza, porque nunca estaré sola.
Agradezco que me hayan confinado al hogar y a la familia, porque puedo hacer de toda la Tierra mi hogar y mi familia.
Estoy feliz de que me llamen ama de casa, porque puedo apoderarme de la mía.
Estoy feliz de no ser competitiva, porque entonces seré solidaria.
Estoy feliz de ser el reposo del guerrero, porque puedo cortarle el pelo mientras duerme.
Estoy feliz de que me hayan excluido del campo de batalla, porque la muerte no me es indiferente.
Estoy feliz de haber sido excluida del poder porque lejos del poder me alejo de la ambición y la codicia.
Estoy feliz de que me hayan excluido del arte y la ciencia, porque los puedo inventar de nuevo.
Me agrada saber que mi cerebro es más pequeño que el cerebro del hombre, porque entonces mi cerebro cabe en todas partes.
Me agrada que me digan que carezco de lógica, porque entonces puedo crear una lógica menos fría y más vital.
Me agrada que me digan que soy vanidosa, porque puedo mirarme al espejo sin sentirme culpable.
Me agrada que me digan que soy emocional, porque puedo llorar y reír a gusto.
Me agrada que me digan que soy histérica, porque entonces puedo lanzar los platos a la cabeza de quien intenta hacerme daño.
Me gusta que me llamen bruja, porque entonces puedo cambiar la dirección de los vientos a mi favor.
Me gusta que me llamen demonio, porque puedo quemar el lecho donde me abusan.
Me gusta que me llamen puta, porque entonces puedo hacer el amor con quien me dé la gana.
Me gusta que me digan débil, porque me recuerdan que la unión hace la fuerza.
Me gusta que me digan chismosa, porque nada de lo humano me será ajeno.
Pero lo que más agradezco, lo que más me agrada, lo que más me gusta y lo que me hace más feliz, es que me digan loca,
porque entonces ninguna libertad me será negada.
Una y mil veces me quemó la Inquisición y aprendí a nacer de las cenizas.
Me encerraron en un harén y encerrada no dejé de reír.
Me pusieron un cinturón de castidad y adquirí las artes de un cerrajero.
Cargué fardos de leña y me hice fuerte.
Me pusieron velos en la cara y aprendí a mirar sin ser vista.
Me despertaron los niños a medianoche y aprendí a mantenerme en vigilia.
No me enviaron a la universidad y aprendí a pensar por mi cuenta.
Transporté cántaros de agua y supe mantener el equilibrio.
Me extirparon el clítoris y aprendí a gozar con todo el cuerpo.
Pasé días bordando y tejiendo y mis manos aprendieron a ser más exactas que las de un cirujano.
Segué trigo y coseché maíz, pero me quitaron la comida y con hambre aprendí a vivir.
Me sacrificaron a los dioses y a los hombres y volví a vivir.
Me golpearon y perdí los dientes y volví a vivir.
Me asesinaron y me ultrajaron y volví a vivir.
Me quitaron a mis hijos y en el llanto volví a la vida.
Con tanta fortaleza acumulada, con tantas habilidades y destrezas aprendidas, mujer, si lo intentas, puedes volver el mundo al revés.

Tatiana Lobo: Escritora nacida en Chile y nacionalizada costarricense.

sábado, 8 de marzo de 2008

LIMITES, por Mirta Núñez

La escena transcurre frente a la computadora de la abuela. Camila (7 años) está frente a un jueguito donde el personaje se mete un dedo en la nariz, se saca primero un moco y luego sigue sacando cosas: objetos, cosas grandes, que se supone se tragó y va eliminando por esa vía.

Su hermanito Felipe (3 años), me llama para mostrarme pícaramente lo que están viendo.

Evidentemente el personaje hizo una travesura para que le salgan semejantes objetos de la nariz.

Se da este diálogo:

FELIPE: - Mirta, ¿ esto transcurre en una casa, verdad?

MIRTA: (observando la imagen que tiene sillones, cuadros) - Sí, es en una casa.

FELIPE: - ¿ Y se puede saber dónde está el padre?

CAMILA: - El padre no está, si no, no le hubiera permitido que hiciera eso.

Cuando yo era chica, ese tipo de reflexiones las hacíamos por ejemplo frente a un libro de cuentos. Ahora las hacen observando un jueguito en la computadora. No importa cuál es le medio: lo importante es que se les provoque la necesidad de reflexionar, pensar y aprender.

Mirta Núñez
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domingo, 17 de febrero de 2008

A. Lowen dixit

"Vivir en las honduras del propio ser puede ser penoso y aterrador al principio, pero también gratificante y gozoso si tenemos el coraje de atravesar el infierno que nos lleva al paraíso"

Alexander Lowen (1994)

sábado, 12 de enero de 2008

Estos días el blog está cerrado por vacaciones.
Estoy en algún lugar del país descansando.
No hay post. No hay actualización del sitio web.
No hay newsletter.
No hay ningún artículo nuevo.
Sólo envío y respondo mails.
No tengo ganas de escribir en vacaciones.
Necesito descansar. Lo estoy haciendo.
Recuerden que soy abogada. Enero es para los abogados, como un paréntesis.
El año comienza en febrero para mí.
Enero es descansar, pasear, dormir, leer, improvisar, conocer.
Relax total, al menos estos días. No tengo ganas de escribir.

Mirta Núñez
www.mirta-nunez.com.ar

sábado, 22 de diciembre de 2007

TRISTEZA Y ESCRITURA

"La tristeza es el mayor pecado, nos dice el Dante".
Mi gran pecado es no insistir con este arte que es la escritura, al fin es el único modo de hacer algo con ese resto de malestar nostálgico y, como la pintura, conlleva un sabio valor para burlar la muerte.

(del artículo "Algo de un día de tristeza", de Beatriz Cardozo, psicoanalista, publicado en la revista "Patrañas del deseo")

sábado, 15 de diciembre de 2007

GERIATRICOS: ¿ UN MAL NECESARIO O UN DEPOSITO DE VIEJOS?

Días pasados visité a una ex insana (actualmente rehabilitada por sentencial judicial) de la cual fui Curadora, en el nuevo geriátrico a donde fue trasladada porque si bien mentalmente está totalmente lúcida, el pensionado donde vivía era exclusivamente para mujeres autoválidas y ella, cercana a los 90 años, comenzaba a tener dificultades de movimiento que le impedían por ej. bañarse sola sin riesgo a caerse.

El nuevo geriátrico queda cerca de mi casa y aunque ni ella sigue siendo insana ni yo su curadora, sabiendo que está muy sola y la aprecio mucho porque es una vieja sabia, aparecí un domingo a la mañana a visitarla de sorpresa.

El lugar era chiquito. Un salón comedor con un solo televisor donde todos miraban el mismo programa, independientemente de sus gustos (ya no tiene T.V. en su habitación como tenía). La comida se la daban en la boca, como si fuera un bebé, cuando ella antes comía sola (dicen que como le tiembla la mano, se ensucia la ropa, entonces, para no lavarla, le dan da comer así). Le pedí de ver su cuarto (le habían prometido uno con 3 camas - ella antes tenía uno para ella sola con baño propio - ) y me mostró uno con 5 camas y un pequeño roperito donde no entraba casi nada. Le pedí de ver el baño y para mi sorpresa tenía sólo un inodoro y un lavatorio. "¿ Y la ducha? ¿ Dónde se ducha? ¿ Hay otro baño?". Veo que en el baño hay otra puerta, la abro y descubro que da la oscura habitación lindera, la de 3 camas, que ella había rechazado porque no tenía ventana. O sea que ese pequeño baño se comparte con 8 personas. ¿ Pero dónde se baña, M.I.? "Ahí, doctora Mirta. Vienen con baldes de agua caliente y mangueras y "me bañan" ahí. Yo ni siquiera puedo decidir a qué hora quiero bañarme."
- ¿ Ahí la bañan? ¿ A baldazos?
- Sí, acá no es como en el otro lado. Esto parece un ejército . Yo antes me despertaba a las 6 y rezaba hasta la hora del desayuno. Ahora si me despierto a esa hora no puedo prender la luz ni levantarme y sólo puedo hacerlo a las 8 para desayunar. A la noche cenamos 19.30 y a las 20 tenemos que estar en la cama. No puedo quedarme tejiendo, ni viendo un noticiero, ni leyendo, como hacía antes. Se apagan todas las luces y a dormir, tenga o no tenga sueño. De noche me ponen pañales para que no me levante al baño y me despiertan 2 veces para cambiármelos.Pero dicen que estaré aquí por unos meses, hasta que Pami me dé otro lugar, ya que estee es carísimo y mis reservas alcanzan para pagarlo 8 meses, ya hice el cálculo. Tampoco soy libre de levantarme de la mesa e ir a mi cuarto. Tengo que esperar que ellas me lleven del brazo por temor a que me caiga. Y claro, cuanto menos camino más floja me siento. Yo quiero caminar sola. Ya que vino Ud. hágame del favor de llevarme a caminar".

Me fui pensando que ese lugar era un horror, me fui dudando si tendría habilitación municipal si ni siquiera tiene ducha. Me fui pensando en esoss pobres viejos que van a terminar sus días allí y pensé que eso sí era un depósito de viejos.

Salí de ahí escuchando las palabras de M.I. diciendo:
- Sólo la fe me salva, porque si no...:-(
La viejita es la persona de más fe que he conocido en mi vida. Fe genuina, esa que fortalece y le da sentido a la vida.
No delirio místico. Casi una laica consagrada.

El geriátrico a veces es un mal necesario. Hay gente que no puede vivir en la casa ni con una persona que la cuide o como en este caso no tiene a nadie en el mundo que pueda hacer cargo de ella.

Pero le pedí a Dios que nunca un ser quiero mío necesite pasar un sólo mes de su vida en un lugar así, tan siniestro, tan deshumanizado, tal distinto de lo que merece un ser un humano en los últimos tramos de su vida.

Mirta Núñez
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domingo, 21 de octubre de 2007

UNA SOLEDAD POBLADA DE VOCES, de un reportaje a María Martoccia

"Yo escribo para saber cómo pienso...Evidentemente, no podemos pasar por esta vida sin crecer. Esto es raro, pero vale para todos. Y escribir, me parece, me va a ayudar a morir bien. Con más conocimiento, me atrevo a decir. Mirá, lo único que hay es el trabajo de indagación personal, de pensar. Y mi modo de pensar es la escritura".
Revista ADN, 20-10-07

ELLA, por Tamara Kameszain

Ella

Por Tamara Kamenszain

Sentada al borde de la memoria de ella me archivo como puedo en ese olvido que la trabaja entre nosotras las palabras se acortan ella no habla yo dejo de decir lo que decía la dejo que no diga para no avergonzarla juntas vamos armando un presente que no dura en ese instante precoz mi madre se queda sola porque yo como los tontos elijo seguir de largo creo que a futuro todo me espera mientras nadie a ella le da esperanzas así separadas nos vamos juntando la que oyó mi nacimiento me sienta en el borde para hacerme escuchar por ella el anticipo de su muerte vienen y van nuestros pasados compartidos van y vienen nuestros futuros distanciándose ella no sabe lo que yo no sé me pregunta ¿yo qué hago? le contesto comé vestite dormí caminá sentate el chirrido de su robot le hace caso por hoy a ese minimalismo que habrá que reprogramar mañana. ¿Sucederá que vea extenderse el desierto hasta que también le falte la caridad feroz de los recuerdos? se pregunta Ungaretti en El cuaderno del viejo mientras mi vieja se aleja encorvada hacia el desierto público de su desmemoria desde la cabecera de la cama doble la interrogan dos retratos pero ella no encuentra la contraseña quiero guiarla pero se le suelta la lengua es tu mamá es tu papá ¿te acordás cómo se llamaban? Avanza protegida por lo que no dice su amnesia y me pierde a mí en otro idioma nos encuentran sueltas nuestras maternidades adoptivas soy ahora por ella la hija que crece sin remedio para dejarla decrecer tranquila entre mis brazos así juntas nos vamos separando trabajamos hasta el borde un abismo de sonrisas porque hay otras fotos y ella bien puede no acordarse de mí pero no importa entre mi nacimiento y su muerte la de la alegría fotogénica ésa que me legó generosamente un parecido todavía está viva y nada le impide seguir siendo mi madre.

El último libro de poemas de la autora es Solos y solas (Lumen). Su último libro de ensayos es La boca del testimonio (Norma)

sábado, 13 de octubre de 2007

DETRAS DE LA GENTE, de J. M. Serrat (video)

ADONDES, de Edgar Dobry

Feliz ignorancia
de que entre todos los adóndes
se el perdió el adónde volver.

Edgar Dobry, Barcelona (2007)

EL PASADO, de Juan Forn

"Uno no se acuerda de todo y el pasado esconde cosas que va tirando de a poco. Una mínima pieza de tu pasado que irrumpe en el relato de tu vida, puesta con forceps donde corresponde, hace que todo se reacomode".

Juan Forn (argentino)

sábado, 29 de septiembre de 2007

OCIO, de Mirta Núñez

El trabajo el salud, pero el ocio también.
Trabajar para vivir, no vivir para trabajar.
Disfrutar del tiempo libre, a solas o acompañados.
Darse permiso para no hacer nada "productivo", también es salud.

Mirta Núñez
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TERAPIA

Alguna vez leí una frase que me gustó:

"Se puede vivir sin terapia. Después de."

Mirta Núñez
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AMOR DE CONDENADOS, de Carlos de la Rosa Vidal

AMOR DE CONDENADOS
Por: Carlos de la Rosa Vidal (1980) Peruano
Email: cj.delarosav@gmail.com
Del libro "Condenados a la felicidad"


Los amores son encuentros.
Observo encuentros por montones,
Observo algunos como para las novelas
Encuentros de un gigante contra un bebé.

Los amores son condenados.
Hay condenas que duran unos años,
Algunos solamente una noche de sábado.
Pero encuentros al fin.

Los amores son viajes.
Existen los que peregrinan sin ruta.
Amores con sólo un gesto revelados.
Amores de tan sólo un paso.
Y por eso condenados.

Los amores son historias de encuentros.
Y el encuentro mismo.
De quienes parten sin nada y lo pierden todo.
O de quienes parten con todo y vuelven multiplicados.
Por eso los amores son como los viajes.

Los amores son bailes.
Los hay de quienes sabiendo bailar, no bailan.
De quienes bailan porque saben.
De quienes bailan aun sin saber… ¡pero bailan!
Y también de quienes no saben nada y no se atreven.
Por eso mismo los amores cuentan tantas historias.

Los amores son canciones.
Aquellos como las que suenan en las radios.
Mayormente tristonas por el sufrir de los autores.
Por aventureros o por idiotas.

Los hay de quienes cuentan todo y no cantan nada.
Amores narrados en una sola palabra.
En donde cada letra esconde la velocidad de la marcha.
Ya ves, por eso los amores son como los bailes.

Los amores son obsequios.
Los hay de quienes esperan y nunca regalan.
Amores como los de quienes obsequian sin respuestas.
Amores como los de quienes reciben y nunca agradecen.
Felizmente hay también de quienes contestan.
Y quienes provocan el encuentro.

Los hay de quienes piensan que en el amor
encontrarán la felicidad.
Auténticamente hay de quienes
hallan el amor compartiendo su felicidad.

Felicidad que ya tienen antes de amar.
De quienes buscan a quien compartirles su felicidad.
Hay amores de quienes desean que les den felicidad.
Pobres locos que aman.
No saben que los amores verdaderos son los de los que dan.
No saben que el amor no es encontrar felicidad.
Amor es compartir la felicidad.
Una que ya tienen antes del viaje, quienes buscan amar.

Hay quienes están tristes y quieren que los hagan felices.
Pobres locos verdaderos
No saben que ellos mismos deben producir su felicidad
Una para compartirla cuando encuentren a quien amar.
Por eso los amores son viajes,
son encuentros, son historias,
Son canciones y son bailes.

Éste es el amor de los condenados.

sábado, 1 de septiembre de 2007

ESCRIBIR

“Escribir me ayudó a que los fantasmas no me atraparan”

(Mauricio Rosenfeld, escritor uruguayo)

sábado, 25 de agosto de 2007

EL ULTIMO EXAMEN, de Mirta Núñez

Hace hoy 25 años, rendí mi último examen de la carrera de Abogacía en la UBA.
Eran tiempos difíciles, 25 de agosto del 82. Año de la guerra de Malvinas.
Mi última materia fue Derecho Internacional Privado.
La rendí "libre", como casi todas las demás, ya que la facu no aseguraba al alumno la posibilidad de cursar más que una materia por cuatrimestre.
De haber seguido en ese régimen, me hubiera llevado entre 14 y 15 años recibirme.
Al haber hecho el 70 % de la carrera rindiendo materias "libres", nunca llegué a tener un grupo de compañeros ni siquiera medianamente estable.
Cada uno iba haciendo la carrera como podía, como salía sorteado o como su coraje o su temor le permitieran o no presentar a dar "libre".
Iba a rendir mi última materia y estaba sola, con 80 o 100 estudiantes más en idéntica situación, a los cuales vería por primera y única vez en mi vida.
Mi hermano , con apenas 21 años, consideró que "alguien tenía que estar", en tan importante momento. De modo que se puso su mejor traje (sabía que en Derecho no usar traje en un examen era pecado mortal),entró a la enorme aula y se sentó junto al resto de los alumnos que esperaban para rendir, como si fuera uno más de ellos. Tampoco se acostumbraba en mi Facultad tirar huevos a la salida al flamante graduado. Todo tenía que ser prolijo y ordenado.
No lo atribuyo sólo a la dictadura que imperaba, sino a una particularidad de ESA facultad, ya que en la misma época, mis amigas se graduaban en Medicina o Bioquímica y a la salida estábamos todas con huevos, ketchup, harina.
Rendí el examen oral y aprobé con 8. Una vez que el alumno se levantaba de la mesa examinadora podía salir del aula, ya que había que esperar largas horas hasta que rinndieran todos y entregaran las libretas universitarias con las notas. Obviamente, del 8 me enteré más tarde, pero sí tuve de entrada la certeza de que había aprobado y que ese sería MI ULTIMO EXAMEN.
En el mismo instante en que yo me levanté y salí al pasillo por la puerta de adelante, mi hermano salió por la puerta de atrás y NOS ESTRECHAMOS EN UN ABRAZO que jamás olvidaré. ACABABA DE CONVERTIRME EN ABOGADA.
- Hay que llamar a los viejos, que están ansiosos esperando el resultado.
Los teléfonos públicos de la Facultad, de ENTEL, no funcionaban. El único cercano estaba en la Confitería Las Artes y tampoco andaba. Obviamente, no existían los celulares, así que el llamado nunca pude hacerlo.
Llegué a mi casa, agotada por el examen aunque FELIZ de haber logrado mi META y aunque lo único que deseaba era DESCANSAR, mi padre salió corriendo a LAS VIOLETAS a comprar "de todo" para FESTEJAR.
Pronto corrió la noticia y al rato estaban en casa familiares y amigos, celebrando conmigo. ¿ Pueden creer que no recuerdo examente quiénes estaban? Yo estaba como en la luna, en una nebulosa, sin entender cómo sería mi vida de ahí en más teniendo SOLO QUE TRABAJAR (hasta entonces estudiaba y trabajaba).
Pensé ese día que sería MI ULTIMO EXAMEN.
Qué ingenuidad. Claro, tenía 24 años y no sabía que no sólo a nivel estudio sino en la vida, debería rendir muchos exámenes más.
Mirta Núñez

jueves, 23 de agosto de 2007

25 años de abogada: bodas de plata con la profesión?, por Mirta Núñez

Dentro de pocos días, el 25 de agosto , cumplo 25 años de abogada.

He recorrido un largo camino: más de la mitad de mi vida tratando de aportar mi granito de arena a la obtención de Justicia, en los cuales tuve inmensas alegrías, enormes decepciones, innumerables broncas y muchas satisfacciones.Un cuarto de siglo (¡ qué horror!) trabajando con el lema que "Ud.no es un expediente".

Durante estos largos años no sólo he realizado cantidad de cursos de perfeccionamiento en lo legal, sino que me he nutrido de otras disciplinas como la psicología social, el psicodrama, la psicologia familiar sistémica, la mediación, el coaching.

Y además, me he convertido en editora del boletín gratuito "Familia y Planificación Personal", de mi sitio web autoadministrable y este pequeño blog al que no puedo dedicarle el tiempo suficiente.

Lejos estaba de imaginar en aquel agosto del 82 que ejercería parte de mi profesión por internet o que podría ver el resultado de una sentencia desde la computadora de mi casa cualquier día a cualquier hora.

El mundo ha cambiado en estos años. Yo he cambiado, también. Sin embargo, puedo decir con la frente bien alta que lo que no han cambiado son mis valores.Sigo creyendo que ser abogado y ser honesto NO son términos incompatibles. Un GRACIAS enorme a mis clientes por confiar en mí (y a mis padres, por el estímulo y el acompañamiento que me han brindado en mis años de estudiante universitaria).

Mirta Núñez
www.mirta-nunez.com.ar

miércoles, 25 de julio de 2007

DOCTORADO INDUSTRIA NACIONAL, de Mirta Núñez

En el Liceo 9 era "la mejor alumna" y nunca presumió de serlo. Se sentaba en el banco que estaba delante del mío.
Luego se recibió de Bioquímica en la U.B.A. e hizo una excelente carrera en el Hospital de Clínicas.
Ayer aprobó con 10 sobresaliente la defensa de sus TESIS DE DOCTORADO ante un riguroso tribunal y lo cuenta con la misma humildad que cuando era adolescente y se sacaba siempre 10.
No con vanidad, sino con la satisfacción de haber hecho un trabajo con responsabilidad y compromiso.
Defendió su tesis acompañada por dos compañeras del Liceo, también bioquímicas y no imaginó que mucha gente más de su profesión iría a escucharla.
A pedido de ella, su familia llegó después, para el momento del DICTAMEN que fundamentaba la excelencia de su trabajo.
Lágrimas, emociones, risas, y el orgullo de ser UN PRODUCTO DE LA EDUCACION PUBLICA, la tan vapuleada, la tan desprestigiada, la tan olvidada a la hora de repartir los fondo$.
Pareciera que a las instituciones no las hace la infraestructura edilicia sino la gente que la integra.
Este es mi pequeño homenaje a la flamante Doctora V.M., casada, con 2 hijos, una científica argentina de quien tengo el orgullo de haber compartido 5 años del secundario.
Mirta Núñez

sábado, 21 de julio de 2007

¡ QUE LO PARIO, MENDIETA!

El 19 de julio, "se nos fue" el Negro Fontanarrosa. Tal vez sea como dice Sábato: "Dicen que hay que desconfiar de los genios, porque a veces se hacen los muertos".

Los diarios, los blogs, mis amigos, sólo hablan de él en este día del amigo. Todos coinciden en se fue "un gran tipo". Y que los vamos a extrañar. Aunque nos queden sus libros, sus dibujos, su mesa del café, su humor y su inteligente ironía.

Mirta Núñez
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lunes, 16 de julio de 2007

SAAVEDRA, por Mirta Núñez


Viejo... barrio...perdona que al evocarte
se me pianta un lagrimon.
Que al rodar en tu empedrao
es un beso prolongao que te da mi corazón.(Gardel y Lepera)

El sábado me invitaron a una reunión en Saavedra, el barrio donde nací y en el cual viví hasta los dieciseis años. Un barrio bien barrio.

Hacía años que no pasaba por ahí. Las veces que he pasado, ha sido siempre por Cabildo, pero nunca caminando tres o cuatro cuadras para adentro, donde estaba mi casa.

La cita era muy cerca de dónde yo había vivido, así que di por sentado que reconocería fácilmente las calles.

Sin embargo están tan distintas que tuve que fijarme en la altura para ubicarme. El edificio de planta baja y primer piso en que viví sigue estando, pero hay tantas casa nuevas que es irreconocible la zona. Ni hablar de los comercios.

Pasé por la Placita Mackenna, a la que me llevaba mi madre porque era la más cercana, cuando no había tiempo para caminar un poco más e ir al Parque Saavedra, al cual solía ir los domingos por la mañana con mi padre (todavía recuerdo el aroma a eucaliptus que había, esos frutos del árbol que juntábamos con mi hermano en una bolsita y luego los poníamos en agua sobre la estufa a kerosene prendida en invierno porque hacía bien a los bronquios, se decía).
La placita está a medio remodelar. La vi más fea.

No puede evitar el recuerdo del día que mi amiga Lala, ya adolescente, sentada en esa plaza conoció a un muchacho que la invitó a salir al día siguiente.Por suerte la cita no se concretó, porque al otro día los diarios anunciaban la detención de un joven pelirrojo, asesino serial, llamado Carlos Eduardo Robledo Puch, que si bien vivía en Olivos, paraba en Saavedra porque allí vivía su compañero de andanzas, el último que mató.

Saavedra tiene hoy muchas casas nuevas. Allí no llegó o no se permitirá la fiebre de los edificios torres.

Las calles siguen siendo tranquilas, como cuando de niña jugaba en la vereda sin peligro alguno. Digo tranquilas en cuanto al tránsito. Acostumbrada, ahora, a vivir sobre una Avenida, me pareció que allí se podía "cruzar sin mirar". Y pensar que mi madre por entonces me decía:
- Cuidado al cruzar...

Cuando estaba por llegar al lugar de la reunión dudé respecto a cuál era Correa y cuál era Ramallo. ¿ Cómo podía haberlo olvidado si eran una o dos cuadras de mi casa? ¿ Cuál de las dos era la próxima a mi casa?

La heladería "El Chungo" era antes la única del barrio, chiquita, como eran todas antes. Hoy es "LA" heladería, casi tan famosa como Freddo.

Mientras caminaba rumbo a la casa de Amalia, volví por un ratito a ser la nena que se crió en apacible barrio de Saavedra, donde no existían los supermercados sino el almacén de la esquina, donde el colegio primario quedaba a la vuelta de mi casa, donde el Pasaje Plus Ultra era seguro para aprender a andar en bicicleta, donde los vecinos salían a la vereda en las tardes calurosas, donde sólo un departamento de mi edificio tenía teléfono y allí hablábamos todos, porque no era medido, donde salir a jugar a la vereda con los amigos era lo más normal del mundo, donde viví con mis padres y mi hermano, y fundamentalmente, DONDE FUI FELIZ. En Saavedra, un barrio bien barrio.

Mirta Núñez

www.mirta-nunez.com.ar

viernes, 6 de julio de 2007

VIVIR CON VERTIGO, por Alina Diaconú

"La vida de hoy tiene el ritmo de los ríos", escribía Antonio Machado allá por los años 20 del siglo pasado.

¿Con qué imagen podríamos comparar hoy el ritmo de nuestra vida, con qué metáfora? ¿Con una cascada? ¿Con un aluvión? ¿Con un vendaval? ¿O bien con esa extraña y temible sensación que produce el vértigo? El vértigo es ese vahído, esa turbación del juicio (como dice el diccionario) que conlleva un instante de locura, un intenso y, por fortuna, pasajero desquiciamiento de nuestra mente. Pero desquiciamiento al fin. En las alturas, para los que lo padecen, es el repentino reino del pánico, del terror... el miedo al vacío, a los abismos sin límites, a la pérdida de la razón.

La vida nuestra de cada día es un remolino. La información nos apabulla: casi todo lo sabemos al instante. La adrenalina corre por nuestro cuerpo porque cada vez queremos saber más, y no hay límite en ese pozo sin fondo. Parecería que si no estamos informados de todo lo que pasa no supiéramos nada. Y en realidad nunca lo sabremos todo y siempre ignoraremos un montón. Es una lucha en la que vamos a perder eternamente. Pero insistimos, porque tenemos voracidad de conocimientos, lo cual es loable, claro está. Ponemos el noticiero de la radio mientras hablamos por nuestro celular, leemos los mensajes de texto y conducimos el auto con una sola mano. Todo al mismo tiempo.

En un taxi o en el coche de un amigo, seguimos igual. Hablamos con nuestro interlocutor, pero en realidad estamos pendientes del teléfono móvil que suena y vibra en nuestro bolsillo, de las fotos que podemos sacar (hay casi 25 millones de celulares en la Argentina). En los bares, estamos atentos a lo que se ve en el televisor colgado en lo alto (por lo general, partidos de fútbol o de tenis), mientras tocamos las teclas de la notebook, desplegada sobre la mesa del café, para saber si entró un e-mail nuevo (se están vendiendo 300 computadoras portátiles por día en nuestro país).

En las oficinas, ni hablemos. Hay una sobrecarga: la vista clavada en la pantalla que nos acerca instantáneamente todos los mundos posibles. Los negocios, las noticias, la meteorología, los viajes, los deportes, el arte, las ciencias, lo que queremos comprar, lo que queremos vender, todo, absolutamente todo, al ritmo de nuestros deseos.

La tecnología y las maravillas que ha traído la modernidad hacen que todos seamos hombres y mujeres orquesta. Mientras cocinamos un guiso con una mano, calentamos la comida de los niños en el microondas con la otra. Contestamos el correo electrónico en el escritorio y conversamos con un amigo gracias al teléfono inalámbrico, pasando así de un cuarto a otro y enderezando, al pasar, la alfombra del living o los cuadros en la pared. Leemos mientras escuchamos música, en los medios de transporte o a la noche, para potenciar el efecto del somnífero. Y cuando salimos, nos mareamos en las megatiendas y en los supermercados y vemos cómo los chicos pasan horas hipnotizados con el chat y con los juegos electrónicos.

En esta locura hiperkinética vivimos día tras día. Ya ni nos damos cuenta de las mil cosas que hacemos al mismo tiempo. ¿Quién va a dar crédito a las palabras de aquel monje budista que un día nos dijo que no pueden hacerse dos cosas a la vez? ¿O al refrán popular que sostenía que no podemos tener el trasero en dos sillas? El ritmo de los videoclips no fue un invento artístico: es la copia de nuestra realidad diaria. Casi no podemos terminar una acción que ya está la otra, superpuesta, mientras llega la tercera que se le va a sumar.

No tenemos tregua. Vivimos excitados, sobresaltados. Corremos de un lado a otro, y cuando nos detenemos es para darnos cuenta de todas las cosas que aún nos falta hacer. En esta era que a la clase media le toca vivir se ha llegado muy alto. Tan alto que el vértigo nos acecha. Y, con este vértigo, ¿cómo no van a aumentar los ataques de pánico, las fobias y otro montón de enfermedades llamadas "de la civilización": enfermedades cardíacas, hipertensión, bulimia y anorexia, y, por supuesto, el insomnio, que afecta a un 30% de la población mundial.

A todo esto se lo llama estrés y casi parece imposible no sufrirlo. ¿Quién no vive hoy día estresado, alienado, desbordado? ¿Y cómo no se va a estar estresado con el ritmo enloquecedor que se ha apoderado de nuestra existencia y que, al parecer, no podemos o no sabemos controlar?

Escribió el psiquiatra y pensador R. D. Laing en La política de la experiencia : "Hemos nacido en un mundo donde la alienación nos espera con los brazos abiertos. Somos hombres (y mujeres) potencialmente, pero nos hallamos en un estado alienado y dicho estado no es simplemente un estado natural. (...) Como adultos, hemos olvidado la mayor parte de nuestra infancia: no sólo su contenido, sino también su sabor. Como hombres, apenas si recordamos nuestros sueños".

¿Cómo hacer para parar este vértigo que nos abruma y marea, esta vorágine que nos devora, esta ansiedad por tenerlo todo, por abarcar lo inabarcable, por controlar lo incontrolable, por no perderse nada de este atractivo mundo de la tecnología?

Los gimnasios llenos de gente hablan de cierto grado de toma de conciencia. Y también las personas corriendo en los parques, haciendo footing por la mañana, buscando lugares paradisíacos para los fines de semana largos y para sus vacaciones . Pero ¿será suficiente? ¿O habrá que hacerse un cuestionamiento más profundo que implique un cambio interno realmente transformador?

"¿Qué es esta vida cuando, llenos de cautela, no tenemos tiempo de detenernos y contemplar?", dice un poema de William Henry Davies. No se trata de vivir fuera de este tiempo tan prodigioso. Se trataría, más bien, de que las cosas no giren locamente, de encontrar un eje, un equilibrio que evite el vértigo; de avanzar dentro de uno mismo con un entusiasmo y un tesón idénticos a los que usamos para acceder a los progresos de afuera. Simplemente, encontrando una serenidad que nos es propia, esencialmente nuestra. Esta serenidad existe, es, aparece y surge con naturalidad cuando estamos en silencio, mirando un atardecer o el cielo estrellado. Cuando nos permitimos dejar de lado las especulaciones de la mente y abrir nuestro corazón.

Alina Diaconú es escritora. Su libro más reciente es Intimidades del ser .
http://www.lanacion.com.ar/opinion/nota.asp?nota_id=922432 LA NACION 03.07.2007 Página 19 Opinión

sábado, 16 de junio de 2007

MI PADRE NO FUE UN GRAN HOMBRE, por Sergio Sinay

Mi padre se llamaba Moisés. Era hijo de Miguel y de Lea. Fue hermano de Marcos y de Rubén. Fue el marido de Miriam. Fue el padre de Horacio y de mí. Era el abuelo de Iván y de Javier. Cuando murió, hace dos días, tenía 85 años.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero hacía el más sabroso café con leche que jamás probé. Nos los preparaba cada mañana a Horacio y a mí, cuando íbamos al colegio, y nos lo servía con unos enormes panes con manteca y dulce.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero pelaba las naranjas como nadie. Las dejaba sin un rastro de ollejo, brillosas, lisas, tentadoras. Yo no quería comer naranjas si no las pelaba él. Mi padre no fue un gran hombre. Pero llenó de libros nuestra casa de la infancia y los dejó absolutamente a nuestro alcance. Nunca dijo "ese libro no es para vos". Y así aprendimos a amar la lectura desde chicos. Todavía hoy leo como entonces, como él. Con voracidad, con desorden, con placer. Mi casa está llena de libros, las bibliotecas son los muebles principales.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero a los 84 años aprendió a hacer señaladores de cuero, con sus dedos agarrotados, y me regaló uno, simple, bello y austero, con el que hoy guío mis lecturas.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero cuando yo tenía 10 años y Horacio 7 y vivíamos en La Banda, Santiago del Estero, compró entradas y un 9 de julio nos llevó a la cancha del Club Mitre a ver a River, que venía de gira. Seguimos el partido subidos a un sulky, porque no había lugar para nadie. Fue la primera vez que vi a River, y lo vi con Carrizo, con Lostau, con Labruna, con Pérez, con Pipo Rossi. Mi padre era hincha de Independiente, nosotros nos hicimos de River.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero nos llevaba cada domingo a la cancha a ver a Central Argentino, de La Banda, a pesar de que él era hincha del eterno rival, Sarmiento. Y hasta se alegraba con nosotros si ganaba Central.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero una tarde de mi adolescencia, en la trastienda de la farmacia que él y mi madre tenían en La Banda, me explicó cómo se hacían los chicos. Tartamudeaba y estaba rojo y sudoroso. Yo ya sabía, pero me fascinó su explicación.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero cuando hice mi viaje de egresado, en tren desde Santiago a Mendoza con mis compañeros del Colegio Nacional Absalón Rojas, me llamó aparte en el andén y me dio tres preservativos. "Tomá, por si los necesitás", me dijo. Y otra vez estaba rojo y sudoroso.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero un día, cuando cumplí doce años, se apareció en casa con el curso de dibujo de Los Doce Famosos Artistas como regalo. Y yo, que amaba las historietas, tuve como profesores a Hugo Pratt, a Alberto Breccia y a otros así.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero cuando me acariciaba, y me acariciaba mucho, tenía las manos tibias; y cuando me besaba, y me besaba mucho, tenía los labios suaves y húmedos.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero un día, cuando un chico más grande que yo, uno de los pesados de la cuadra, me estaba dando una paliza en plena calle, él apareció de la nada y cagó a patadas en el culo a mi enemigo.

Mi padre no fue un gran hombre. No me enseñó a manejar, pero resultó lo bastante confiado como para dejar las llaves del auto a mi alcance, de manera que una siesta las agarré, subí al Fiat 1500 verde y debuté por mi cuenta paseando durante dos horas, maravillado de que semejante artefacto respondiera a mis movimientos. Cuando se lo conté, mi padre sonrió casi complacido, casi aliviado.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero venía a verme cuando yo jugaba al basquet en los infantiles y en los cadetes del Club Olímpico y, al principio, me llevaba a los entrenamientos, y a mi hermano también. Y aunque él era un patadura, yo, creo, jugaba para él, para que él me admirara.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero, aunque jamás aprendió a andar en bicicleta, me sostuvo en la mía y no me soltó hasta que pude mantener el equilibrio por mi mismo. Y yo sabía que no me iba a dejar caer.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero lagrimeaba de orgullo cuando nos presentaba a Horacio y a mi y decía ``Estos son mis hijos´´. Lo decía con el mismo énfasis cuando eramos chicos y cuando nos hicimos hombres.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero nadie sabia contar ``El patito feo´´ como él. Y nadie tuvo su paciencia para narrármelo una y otra vez, siempre con el mismo entusiasmo, cada siesta y cada noche de mi niñez temprana, respetando mi necesidad de volver a oir mi cuento favorito.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero todavía a sus ochenta y pico era capaz de poner inyecciones como nadie, sin que sintieras ni el pinchazo ni el dolor. Muchas veces preferí inyecciones a otro remedio, porque sabia que estaba él para ponerlas.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero descubría siempre los mejores chocolates.
Mi padre no fue un gran hombre. Pero hasta el último domingo de su vida leyó el diario de pe a pa y era un interlocutor informado y apasionado de los sucesos del mundo y de la vida.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero amaba el cine y las películas y nos enseñaba a amarlas junto a él; nos llevaba a las matinés del cine Renzi y a los estrenos del Petit Palais, del Grand Splendid, del Select o del 25 de Mayo. Disfrutaba como un chico de las de cowboys y hacia el sacrificio de llevarnos cinco días seguidos a ver ``La Cenicienta´´ o ``Sanson y Dalila´´ con Víctor Mature y Hedy Lamar. Ahora, en sus últimos tiempos, seguía contando escena por escena, como un personaje de Manuel Puig, cada película que veía en el cable, y lloraba de emoción o de bronca, según fuera una escena de amor o de injusticia.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero era el mejor público para contarle un chiste. No había que hacer grandes esfuerzos narrativos, el se descomponía de risa por el solo hecho de saber que era un chiste.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero cada vez que mi madre se lo pedía era el mejor ayudante de cocina. Nunca vi a nadie batir claras a nieve, como él. A mano.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero tenía la letra mas bella y firme que yo conozca. Me fascinaba ver cuando escribía cartas, cuando firmaba boletines o cuando hacia los discursos que después leía en las reuniones de la colectividad judía-santiagueña; yo observaba hipnotizado como iba surgiendo sobre el papel el dibujo de su caligrafía y como el mismo disfrutaba mientras su mano cobraba velocidad, calor e inspiración.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero me enseñó, con sus actos, que un hombre sI puede llorar. El lloraba de emoción o de dolor.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero supo despedirse antes de partir. El domingo a las cinco de la mañana me desperté y no pude volver a dormir por un largo rato. Era una hora silenciosa y quieta. De marea en baja. Entonces supe que, en la sala de terapia intensiva del hospital, él estaba muriendo. Que me despertaba suavemente, como cuando en las mañanas frías del colegio se acercaba a mi cama, me tocaba suavemente el hombro y me decía, en un susurro, `Pichu...arriba´´. Y que esta vez lo hacía para despedirse. En mi cama, en la oscuridad, no luché contra el insomnio, simplemente me despedí de él, le deseé buen viaje, le agradecí lo que tenía que agradecerle y le hice saber que, por mi parte, no había cuentas pendientes entre nosotros. Ninguna.

Me dormí nuevamente a las siete y el teléfono sonó a las ocho para pedirnos que fuéramos con urgencia al hospital. Entonces le dije a Marilen: ``Mi Viejo murió hoy a las cinco y media, es eso lo que nos van a informar´´. Un par de horas después, nos entregaron un certificado de defunción que decía: ``hora del fallecimiento: 5:30´´.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero enfrentó a la muerte entero y vivo. Peleó con sabiduría, conocedor de que la batalla sería posible mientras hubiera equivalencia. Cuando sintió que ya estaba, que había hecho lo suyo, que las reglas de juego habían dejado de ser parejas, dijo basta
. No lo dijo como un derrotado. Había comido una porción de las grandes (como a él le gustaban) de la vida; su último año y medio había sido de placer, de reivindicación y de buena vida. Entonces decidió que estaba a punto y murió. En su muerte, fue un modelo. Y no es poca cosa.

Mi padre no fue un gran hombre. Pero murió como un señor. Sin degradarse sin deterioro, sin corromperse, como una persona íntegra y consciente. No huyo, no tuvo miedo, llego vivo a su muerte. Y cuando lo vimos, antes de ocupar su cajón, su rostro era plácido, pacífico, como quien sueña sueños íntimos y felices o como quien observa deslumbrado algo que lo hará feliz pero de lo que no quiere hablar. Era, en ese momento y en ese lugar, en la morgue del hospital, nada menos, un viejo hermoso y sereno.

Así nos despidió. Soltándose, soltándonos.
Mi padre no fue un gran hombre. Pero fue honesto.
Mi padre no fue un gran hombre. Pero fue amoroso
.
Mi padre no fue un gran hombre. Y no importa. Los grandes hombres ocupan a veces, demasiado lugar. Asfixian. Y son acreedores de deudas que nos hacen la vida más pesada. Visto así, por suerte, mi padre no fue un gran hombre. En muchas cosas fue sólo un pequeño hombre. Pero más allá de todo fue algo más difícil y más importante. Mi padre fue un buen hombre.
Agradezco eso. Gracias, papá, por tu vida...

Nota: si quieren escuchar este texto en audio, puden encontrarlo en:
http://www.lv3.com.ar/rony/reflexiones.asp

domingo, 10 de junio de 2007

lunes, 4 de junio de 2007