lunes, 16 de julio de 2007

SAAVEDRA, por Mirta Núñez


Viejo... barrio...perdona que al evocarte
se me pianta un lagrimon.
Que al rodar en tu empedrao
es un beso prolongao que te da mi corazón.(Gardel y Lepera)

El sábado me invitaron a una reunión en Saavedra, el barrio donde nací y en el cual viví hasta los dieciseis años. Un barrio bien barrio.

Hacía años que no pasaba por ahí. Las veces que he pasado, ha sido siempre por Cabildo, pero nunca caminando tres o cuatro cuadras para adentro, donde estaba mi casa.

La cita era muy cerca de dónde yo había vivido, así que di por sentado que reconocería fácilmente las calles.

Sin embargo están tan distintas que tuve que fijarme en la altura para ubicarme. El edificio de planta baja y primer piso en que viví sigue estando, pero hay tantas casa nuevas que es irreconocible la zona. Ni hablar de los comercios.

Pasé por la Placita Mackenna, a la que me llevaba mi madre porque era la más cercana, cuando no había tiempo para caminar un poco más e ir al Parque Saavedra, al cual solía ir los domingos por la mañana con mi padre (todavía recuerdo el aroma a eucaliptus que había, esos frutos del árbol que juntábamos con mi hermano en una bolsita y luego los poníamos en agua sobre la estufa a kerosene prendida en invierno porque hacía bien a los bronquios, se decía).
La placita está a medio remodelar. La vi más fea.

No puede evitar el recuerdo del día que mi amiga Lala, ya adolescente, sentada en esa plaza conoció a un muchacho que la invitó a salir al día siguiente.Por suerte la cita no se concretó, porque al otro día los diarios anunciaban la detención de un joven pelirrojo, asesino serial, llamado Carlos Eduardo Robledo Puch, que si bien vivía en Olivos, paraba en Saavedra porque allí vivía su compañero de andanzas, el último que mató.

Saavedra tiene hoy muchas casas nuevas. Allí no llegó o no se permitirá la fiebre de los edificios torres.

Las calles siguen siendo tranquilas, como cuando de niña jugaba en la vereda sin peligro alguno. Digo tranquilas en cuanto al tránsito. Acostumbrada, ahora, a vivir sobre una Avenida, me pareció que allí se podía "cruzar sin mirar". Y pensar que mi madre por entonces me decía:
- Cuidado al cruzar...

Cuando estaba por llegar al lugar de la reunión dudé respecto a cuál era Correa y cuál era Ramallo. ¿ Cómo podía haberlo olvidado si eran una o dos cuadras de mi casa? ¿ Cuál de las dos era la próxima a mi casa?

La heladería "El Chungo" era antes la única del barrio, chiquita, como eran todas antes. Hoy es "LA" heladería, casi tan famosa como Freddo.

Mientras caminaba rumbo a la casa de Amalia, volví por un ratito a ser la nena que se crió en apacible barrio de Saavedra, donde no existían los supermercados sino el almacén de la esquina, donde el colegio primario quedaba a la vuelta de mi casa, donde el Pasaje Plus Ultra era seguro para aprender a andar en bicicleta, donde los vecinos salían a la vereda en las tardes calurosas, donde sólo un departamento de mi edificio tenía teléfono y allí hablábamos todos, porque no era medido, donde salir a jugar a la vereda con los amigos era lo más normal del mundo, donde viví con mis padres y mi hermano, y fundamentalmente, DONDE FUI FELIZ. En Saavedra, un barrio bien barrio.

Mirta Núñez

www.mirta-nunez.com.ar

No hay comentarios.:

Publicar un comentario