Era un tiempo donde subía por el arcoiris
tenía la alegría instalada hasta en los botones de la blusa.
Creía que las rosas no se marchitaban nunca.
Pensaba que después de patalear , gritar y llorarla tristeza desaparecía.
Y que un día nadie en el mundo iba a sentir
el frío de la luna o el temblor en los ojos por los pájaros ahogados sin estrenar sus alas.
Hoy en la agenda lo primero que anoté fué :equivocada.
Graciela Wencelblat.
Enviada por mi amigo Miguel Candamil
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